La rehabilitación, una nueva oportunidad para las viviendas y los vecinos del casco antiguo

edificio piloto de rehabilitacion en las fuentes en el grupo Andrea Casamayor

El edificio piloto del grupo Andrea Casamayor, primer éxito de la rehabilitación integral en el barrio

  • Después de varios años de parón, vuelven las ayudas públicas para la recuperación de las viejas viviendas sindicales en Las Fuentes: hay dos bloques hechos, dos en marcha y dos en negociación

  • La cuantía que aportan las instituciones para las obras ha bajado después de estos años de crisis, pero los vecinos se siguen animando con el apoyo y mediación de la Asociación Vecinal


La rehabilitación integral de las antiguas viviendas sindicales ha tomado un nuevo impulso en el barrio de Las Fuentes, después de que la crisis frenase las ayudas públicas que hicieron posible entre 2007 y 2010 la primera fase de recuperación de estos característicos bloques. Ésta ha sido una de las reivindicaciones históricas de la Asociación Vecinal Las Fuentes, que durante la última década ha ejercido un papel de impulso, asesoramiento y mediación para promover entre los vecinos la adscripción a estos planes.

Un paseo por las calles del casco histórico del barrio permite ver los resultados en un par de conjuntos del grupo Andrea Casamayor (antes Girón) y los trabajos en marcha en otros dos bloques.

Levantados entre los años 50 y 60 del siglo pasado, los grupos sindicales de Las Fuentes forman parte de lo que fue el paisaje urbano de algunos barrios de Zaragoza y cuentan buena parte de la historia de lo que fue el crecimiento de población en estas áreas. En la ciudad hay 21 conjuntos sindicales, repartidos por diferentes distritos: en total, unas 8.800 viviendas de unos 40/50 m², que ocupaban trabajadores y sus familias.

entrada del bloque rehabilitado en Andrea Casamayor

La entrada del piloto muestra las soluciones para los pisos bajos

En Las Fuentes se levantaron cuatro grupos de viviendas de renta limitada: Girón (impulsado por la Organización Nacional de Sindicatos), Vizconde Escoriaza y Santa Rosa (ambos obra de la familia Escoriaza, propietaria de la Sociedad Tranvías de Zaragoza) y Casta Álvarez (acogidas al Plan Sindical de Viviendas).

Con el paso de las décadas, ese casco antiguo del barrio fue presa del deterioro. El envejecimiento de su población hizo aún más acuciante solventar la precariedad de los medios: la falta de ascensor, problemática para personas mayores, con movilidad reducida, o de calefacción.

Prisioneros en casa

Cuando desde la Asociación Vecinal se empezó a impulsar su rehabilitación, los factores socioeconómicos y de entorno poblacional pesaron tanto como los urbanísticos: «Se hicieron estudios completos que incluían todos esos aspectos, para definir bien todas las necesidades», cuenta Carmen Gimeno, de la AVV Las Fuentes.

Esas preocupaciones persisten, como explica otro miembro de la asociación, Diego Luque: «Uno de los motivos por los que hacemos hincapié en la rehabilitación es que hay una población mayor importante en el barrio; muchas de estas personas viven en pisos altos en estos edificios, sin ascensor, y de alguna manera están como prisioneros, por su movilidad reducida».

Los cajones por los que suben los nuevos ascensores

Los cajones por los que suben los nuevos ascensores

Esas necesidades empezaron a paliarse a partir de 2007, cuando el Ayuntamiento aprobó por fin las licencias de obras para un ambicioso proyecto, que llevaba cuatro años de estudios, negociaciones y trámites. «Montamos una oficina de información a la rehabilitación, se llevó a cabo un proceso de información a los vecinos y de participación, se les explicaron los proyectos, hubo ayudas europeas nacionales y del Gobierno de Aragón… Así se pudo poner en marcha», recuerda Carmen Gimeno.

Implicadas todas las partes (colectivos y asociaciones, vecinos, estudios de arquitectos e iniciativa institucional), las ayudas públicas permitieron que los residentes pagasen un 20% de la rehabilitación; el otro 80% los completaban los fondos ARI, gestionados por Zaragoza Vivienda, con participación del Ayuntamiento de Zaragoza, el Gobierno de Aragón y el Gobierno de España. Para afrontar su parte del coeste, los vecinos crearon un fondo al que aportaban mensualmente y las obras se pusieron en marcha.

Hoy día hay dos bloques terminados en Andrea Casamayor, que sirvieron de piloto, y otros dos en marcha en el mismo grupo. Y se están negociando otros dos más, a partir de la revitalización de estos últimos meses, cuando han vuelto a las instituciones los recursos necesarios: «Las ayudas públicas han bajado ahora en estos nuevos planes al 40/50%, pero los vecinos se están animando porque, aunque les cuesta un esfuerzo, ven que merece la pena», cuenta Carmen Gimeno.

Basta observar el contraste entre las viejas viviendas, con su característico ladrillo ocre a la vista, y los nuevos edificios rehabilitados, como subraya Carmen. Remozados, estos grupos de viviendas se hacen mucho más habitables, amables, con servicios adecuados y una actualización de las soluciones constructivas a las técnicas y medios de hoy.»El segundo bloque es diferente al primero, pero está quedando muy bien. En 2013 los vecinos empezaron a moverse otra vez, después del parón que hubo en 2010, y creo que ahora tienen que estar muy contentos de ver los resultados».

contraste entre los viejos y los nuevos edificios

Un edificio rehabilitado, y el aspecto de los viejos bloques

La rehabilitación es integral y alcanza a todos los aspectos: segunda piel del edificio, canalizaciones, calefacción, ascensores exteriores, eficiencia energética, placas solares, entorno de las viviendas… «Este segundo grupo se ha hecho en dos fases. La primera ha sido la parte de eficiencia energética: recubrir, cambiar tuberías, instalar energías renovables para el agua caliente… en fin, todo lo que marca la normativa. Y después, con la segunda convocatoria de subvenciones, se ha podido empezar la colocación de ascensores, que va en el Plan de Vivienda de Gobierno de Aragón».

En una construcción exterior, adosada al cuerpo principal del bloque, aparecen los cajones verticales de los ascensores, que permiten una nueva vida a muchos de sus vecinos. En otro de los conjuntos menos avanzados, los trabajadores se afanan entre andamios y todavía se aprecian los agujeros excavados en forma cuadrada: en ellos se encastrarán las estructuras de los elevadores.

Mientras, desbrozan y sierran el tronco de un pino caído. No es que hayan tenido que talar para sus labores. Fue una emergencia de seguridad. Hace dos semanas, los días de temporal de viento y agua reblandecieron la tierra en los parterres y jardines que rodean las casas. Al final, el pino cedió y se fue contra el edificio. Los vecinos aún guardan el susto. Los operarios tuvieron que derribarlo y ahora lo sierran en trozos para deshacerse de él.

Zonas verdes

«Lo lógico es que haya aquí otro tipo de vegetación y árboles, más ornamentales, que no supongan un peligro», razona Carmen Gimeno. El acondicionamiento de los jardines exteriores es otro de los aspectos que contemplan los planes de rehabilitación.

pino derribado durante los trabajos

El pino que se desplomó sobre uno de los bloques en marcha

Esta es una zona con puntos de degradación socio económica que, en ocasiones concretas, genera realidades de complicada solución: hay viviendas ocupadas y los vecinos temen represalias y no se animan a denunciar. Fuera, los jardines aparecen con basura o enseres abandonados junto a los árboles.

Las zonas verdes han quedado desnudas de hierba y el resultado es que, donde los vecinos deberían hacer vida en común, haya quedado un conjunto poco acogedor y estéticamente desangelado. «Es muy importante que la zona exterior también se arregle, que haya un mínimo ajardinamiento y se pueda hacer también más amable el entorno de las viviendas», destaca Carmen Gimeno. «Estas son zonas semiprivadas y el cuidado no es el que debería, por eso hay que actuar también sobre ello».

Los que ya han podido reconvertir sus pintorescas viviendas de los años 50 en conjuntos renovados y adaptados al estilo y los recursos del siglo XXI se muestran encantados. Y animan a los demás habitantes de la zona.

«El apoyo y el impulso de los que ya lo han hecho para que otros se decidan es fundamental», reconoce Diego Luque. La labor de la Asociación Vecinal en este proyecto no se detiene: asesorar, mediar, informar y reivindicar esta necesidad ante las instituciones.

«Nuestra pretensión -concluye Diego Luque- es que esta experiencia se traslade al resto del barrio, a lo que es su casco antiguo. Que sigan adelante las ayudas públicas a la rehabilitación y podamos seguir recuperando edificios y mejorar la vida de quienes los ocupan».

Mira esta galería de fotos de los trabajos y bloques rehabilitados.

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