La “trampa asistencialista” en la Atención Primaria: ¿volvemos al pasado?

Aurelio Martín, médico jubilado y socio de la Asociación Vecinal Las Fuentes publicaba hace unos días un artículo en el diario digital Arainfo que nos parece muy interesante compartirlo con el barrio.

Podéis leer el artículo completo aquí:

La “trampa asistencialista” en la Atención Primaria: ¿volvemos al pasado?

Aurelio MartínLa ciudadanía está perpleja ante el empeoramiento de la sanidad pública. La administración sanitaria atribuye este deterioro siempre al anterior gobierno de distinto signo, y dice que el problema es que la ciudadanía tiene nuevas necesidades. Pero no nos engañemos, las necesidades de una atención accesible y de calidad son las mismas de siempre, pero el escenario ha cambiado: más población envejecida, más tecnología que requieren más recursos y mejor gestión. Y para esto, Aragón, como el resto de las comunidades autónomas, parecen tener la misma excusa de fondo, que agrava el problema: la baja financiación para lo público, los recortes que nunca son culpa de nadie.

Es la excusa perfecta, amparada según ellos en el artículo 135 de la Constitución con sus epígrafes 1 y 2 entre otros: 1. Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus
actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria. 2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.

Y todas las comunidades se han puesto manos a la obra. Recortan en lo que aparentemente no da beneficio y deja lastre en el gasto: sanidad, educación, servicios sociales, participación ciudadana.

En Aragón vemos como se invierte en un nuevo campo de fútbol argumentando razones como el posible beneficio económico y el prestigio para la ciudad. Cómo si viviéramos del fútbol y del prestigio; esto es solo un ejemplo.

La gestión sanitaria en Aragón también se canaliza hacia los recortes con una baja financiación en lo público, favoreciendo por el contrario, los intereses privados de las compañías aseguradoras y los lobbies de multinacionales. De este modo, se deriva parte del dinero público a la gestión privada, en la que curiosamente creen más que en su propia capacidad gestora, a juzgar por los hechos. De este modo, disminuye la inversión en sanidad pública y ello redunda en la ciudadanía, con peor calidad y mayor desigualdad.

El recorte en recursos humanos da lugar a largas listas de espera en todos los niveles de atención. Y en el caso de Atención Primaria, eje vertebral del sistema sanitario, la administración sigue con la política de precarización y desprestigio, resultado de su mala gestión.

En primer lugar, por el escaso número de profesionales para atender la demanda, debido a las malas condiciones de trabajo, la presión asistencial, la ratio entre el número de personas asignadas por profesional, el envejecimiento de la población y la despoblación.

En segundo lugar, la falta de previsión para el reemplazo de las plazas vacantes por las jubilaciones.

En tercer lugar, por la distorsión creada por la excesiva puntuación para estudiar medicina, nociva por el grado de estrés innecesario para el alumnado, que a menudo accede por presión social y no por vocación, y por la desigualdad económica que conlleva el acceso mucho menos exigente en una facultad privada.

En cuarto lugar, la poca relevancia en la facultad de Medicina de la Medicina Familiar y Comunitaria con muy pocos créditos reconocidos.

En quinto lugar, la escasez de profesionales necesarios para complementar los equipos de Atención Primaria en especialidades como trabajo social, psicología, fisioterapia, terapia ocupacional, preparación al parto y atención a la mujer, odontología, higiene bucodental, auxiliar de enfermería, etc.

En sexto lugar, la perseverancia de una forma de gestión basada en el aumento del asistencialismo, una “trampa asistencialista” como la implantación de plazas de facultativos de Atención Continuada”: personal comodín para cubrir vacaciones, bajas, comisiones de servicio, urgencias centralizadas en horario de tardes y festivos, situados en algún caso lejos de la población a atender. Estas plazas de atención continuada, han quedado desiertas la mayor parte, debido a las condiciones laborales: trabajan a destajo; con cambios constantes de horarios, sin población asignada y por tanto sin opción a que se genere continuidad en la relación médico-paciente. Produciendo además una accesibilidad al servicio de salud poco gratificante para todos.

La consulta telefónica produce dificultad en la comunicación e incertidumbre en problemas de salud de los pacientes. Es necesario que sea solo para temas burocráticos y aquellos consensuados con el personal sanitario y se lleve fuera de la consulta con un espacio y tiempo determinados

Es importante destacar los cambios en las agendas médicas de las consultas, fruto de los acuerdos con los sindicatos médicos, en las que quedan huecos preestablecidos para urgencias/indemorables y para las consultas telefónicas. Es llamativo que los equipos hayan decidido establecer huecos en las agendas por si acaso vienen las urgencias. Los llamados indemorables, pueden referirse a asuntos burocráticos como informes, medicación, debería ser tratado en otro espacio; la consulta telefónica también estaría incluida, fuera de la consulta, y seguramente con la colaboración de otros estamentos como enfermería, administración, farmacia, trabajo social, etc.

Actualmente, parece que una persona se debe citar por medio del Salud informa (primera barrera), este sistema le adjudica una fecha y si no está conforme tiene que llamar al centro de salud para que la valore el personal administrativo (segunda barrera). La situación actual es la que tenemos, y debemos dar un mayor protagonismo a la población con sus defectos y virtudes, y pensar que las personas saben de su problema. El sistema sin recursos suficientes se defiende de esa forma.

En séptimo lugar, es importante que los equipos de Atención Primaria atiendan por la tarde hasta las 20:00 horas los días laborales. De esta forma la población trabajadora por la mañana o la que no pueda ir en horario de mañana pueda ser atendida por su personal sanitario de referencia. Y si no se puede por la escasez de personal se recurra a la jornada deslizante por la que una parte del equipo tenga horario de tarde un día a la semana. La longitudinalidad en la atención, se ha demostrado, salva vidas.

En octavo lugar, y en el contexto de la participación ciudadana, es necesaria una escucha y una participación real de la población en los consejos de salud, y un impulso de los mismos; así como la creación de un órgano de participación nuevo: consejo de salud de Dirección de Atención Primaria como último responsable de la organización de los consejos de salud de zona.

Seguimos pensando en la necesidad de la puesta en marcha con presupuesto real de la Gerencia de Atención Primaria.

Desde nuestra experiencia, aportamos soluciones, muchas de ellas sencillas de acometer y todas ellas basadas en el sentido común y en la voluntad de recuperar una sanidad pública de calidad para todos y todas.

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