Historia de una fiesta: del heroísmo contra los carlistas a la celebración ciudadana y reivindicativa

reivindicacion en la cincomarzada

Una imagen de las reivindicaciones vecinales en la pasada Cincomarzada

  • El carácter festivo y de reivindicación de la jornada ha desdibujado el origen histórico de su celebración, pero lo ha convertido en una fiesta arraigada entre los zaragozanos


Cada 5 de marzo Zaragoza sale a la calle para celebrar la Cincomarzada, una jornada reivindicativa y festiva que ha desdibujado su origen. Y es que esta efeméride se debe a la victoria de los zaragozanos sobre las tropas carlistas en la madrugada del 5 de marzo de 1838. Una victoria que le valió a Zaragoza el título de «Siempre Heroica».

La ciudad de Zaragoza cuenta con los títulos honoríficos de Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Siempre Heroica, Muy Benéfica e Inmortal. Títulos que aparecen en su escudo y que la capital aragonesa ha ganado en los dos últimos siglos gracias a su papel en distintos conflictos y situaciones sociales. De todos ellos, hay uno que la ciudad logró tras la Cincomarzada: el de Siempre Heroica.

Este acontecimiento histórico se sigue celebrando en Zaragoza a día de hoy, aunque son muchos los que desconocen su origen. Para conocer mejor esta efeméride hay que remontarse a la primera mitad del siglo XIX, tres décadas después de la Guerra de la Independencia.

Después de tres matrimonios sin descendencia, el rey Fernando VII promulgó en 1830 la Pragmática Sanción, a través de la cual se permitía reinar a las mujeres si no tenían hermanos varones. Un decreto del que se beneficiaría su hija Isabel II, nacida ese mismo año, en detrimento del hasta entonces heredero: el infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII.

Los partidarios del infante no se resignaron a que Isabel fuese la futura reina de España y a la muerte de Fernando, en 1833, se inició una guerra civil entre carlistas e isabelinos, partidarios de Isabel y de su madre María Cristina, que asumió la regencia de España.

Postal conmemorativa de la fiesta

Postal conmemorativa de la fiesta

Asalto a Zaragoza

Tras varios años de guerra, las tropas carlistas, que habían logrado gran poder en el medio rural del norte de España con el método de la guerrilla, pierden fuerza. Sin embargo continúan teniendo presencia en Navarra y Cataluña, lo que ponía a Zaragoza como un objetivo estratégico para los insurrectos.

Sin embargo, la mayoría de la población de la capital aragonesa estaba alineada por aquel entonces con el bando isabelino.

La madrugada del 5 de marzo de 1838, las tropas carlistas, a las órdenes del general Juan Cabañero, se adentraron sigilosamente en la ciudad por las puertas del Carmen y de Santa Engracia, asediando Zaragoza con más de 2.800 infantes y 300 jinetes.

Los vivas a Carlos V, a la Inquisición y a Cabañero sobresaltaron a los zaragozanos, que pronto se echaron a la calle para dar la voz de alarma entre los vecinos, que junto con los soldados isabelinos no dudaron en lanzarse sobre las tropas carlistas.

Se cuenta que los zaragozanos fueron arrojando desde sus balcones a la calle todo tipo de muebles, enseres y trastos para obstaculizar el paso de las tropas carlistas y formar barricadas. Tal y como recogía el Diario Constitucional de Zaragoza en su edición del 11 de maro de 1838, “de cada balcón se precipitaban cuantos muebles y efectos podían causar daño a los agresores; más allá sería una lluvia de tejas y cacharros que sepultaba a los fugitivos que se encontraban interceptando el paso con muebles y colchones a cuyo abrigo se les hacían horribles descargas”.

En esta publicación se recoge también que los zaragozanos no dudaron en arrojar agua y aceite hirviendo desde sus casas para ahuyentar a las tropas carlistas, que viendo la resistencia de los zaragozanos, como ya hicieron con los franceses tres décadas antes, corrieron despavoridos de la ciudad y saliendo victoriosos los habitantes de la ciudad.

Ilustración de época de los combates el 5 de marzo

Ilustración de época de los combates el 5 de marzo

Entre las curiosidades de esta Cincomarzada, se cuenta que el general Cabañero, nada más ocupar la ciudad, entró en un local y pidió un chocolate caliente que tuvo que dejar sin probar al tener que huir con las tropas carlistas.

Dos años más tarde, y después de que Cabañero se uniera al bando isabelino tras la firma del Convenio de Bergara, éste entró en Zaragoza junto con el general isabelino Baldomero Espartero. Los zaragozanos, al verlo, no dudaron en mofarse de él gritándole “¡Cabañero, que se te ha enfriado el chocolate!”.

Tras la resistencia zaragozana, la regente María Cristina, en nombre de su hija Isabel II, honró a la ciudad con la concesión del título de “Siempre Heroica”, que se sumaba a los de “Muy Noble”, “Muy Leal” y “Muy Heroica” que Zaragoza recibió por su resistencia en Los Sitios (1808-1809). Además, se autorizó el uso de la orla de laurel en el escudo de armas de la ciudad.

Escudo de Zaragoza, con sus títulos y el laurel

Escudo de Zaragoza, con sus títulos y el laurel

Conmemoración de la Cincomarzada

Un año después de este acontecimiento, por orden general del 4 de marzo de 1839, se instaura como fiesta ciudadana conmemorativa en Zaragoza la Cincomarzada. Así, en ese primer año de festejos hubo repique general de campanas, comparsa de gigantes y cabezudos, una novillada y bailes en La Lonja.

La fiesta se fue consolidando hasta el inicio de la Década Moderada (1844-1854), en la que se suprime la fiesta y se pide a los zaragozanos olvidar los hechos acontecidos. Es entonces, cuando la fiesta empieza a cobrar otras manifestaciones y los ciudadanos empiezan a aprovechar el 5 de marzo para salir al campo a comer y cantar.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, el sentido de la fiesta va cambiando, según quien se encuentre en el Gobierno, habiendo años en los que se recuerda la resistencia zaragozana y la lucha por las libertades y otros en los que la fiesta es más discreta.

Sin embargo, a lo largo de todos estos años sí que van cobrando fuerza las salidas al campo, especialmente, a medida que la ciudad va creciendo, extendiéndose por las zonas campestres de Macanaz, la ribera del Gállego, el Cabezo Buena Vista (zona del Parque Grande en la que se ubica la estatua de Alfonso el Batallador), Cogullada, Casablanca, etc.

De este modo, se va perdiendo en el horizonte el origen de la fiesta hasta que en 1937, una vez iniciada la Guerra Civil, el Ayuntamiento acordara suprimir la fiesta. Durante todo el régimen franquista la Cincomarzada queda suspendida y no es hasta 1977 cuando, extraoficialmente, los zaragozanos volvieron a retomar la fiesta con salidas al campo.

En 1981, el alcalde de la ciudad, Ramón Sainz de Varanda, recupera la festividad, aunque ya se pierde del todo su motivo original.

El parque del Tío Jorge registra abundante público por la celebración reivindicativa de la Cincomarzada. Foto: AraInfo

El parque del Tío Jorge, en una celebración reivindicativa de la Cincomarzada. Foto: AraInfo

Desde entonces, la Cincomarzada pasa a ser una fiesta participativa y reivindicativa en la que cobran protagonismo las asociaciones vecinales y sociales y la Federación de Interpeñas, que aprovechan la jornada para informar a los vecinos de sus actividades.

Durante este día los zaragozanos acuden, tradicionalmente, al parque Tío Jorge para celebrar un día de reivindicación y diversión donde acuden a comer y pasar un día entre familia y amigos y en el que la alegría colectiva y el espíritu ciudadano son los grandes protagonistas.

A.M.V. / Aragón Press

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